Había una vez tres ratones muy envidiosos,
querían todo para ellos solos. Pero cuando llegaba a visitarlo un vecino,
ellos escondían todo el queso que tenían guardado.
De pronto se acercó un gato muy peludo,
asomó su nariz en el agujero y los ratones envidiosos se arrinconaron muy
asustados. Cuando gritaron, el vecino los escuchó y se acercó al gato lleno de
valor y como pudo lo alejó de la puerta. Quedó tan cansado el pobre ratón que
los envidiosos salieron a agradecerle el favor y por fin lo invitaron a comer
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